Finalizar
el año, es el rito borreguero que más me gusta. (Entiéndase rito borreguero como acción que hacemos
los humanos en plan borrego, así todos a una, porque toca y ya está, vamos).
Soy muy
melancólica siempre. Va impregnado en mí. Y acabar el año me da cierta
nostalgia, y el año nuevo me da subidón de alegría. Me gusta saber que delante
de mí hay 365 días nuevos por rellenar.
Desde hace
varios años ya, viene siendo un clásico, escribo un correo de despedida y
cierre del año a las personas relevantes del mismo. Valoro un poco los días que
quedaron atrás y plasmo mis buenos propósitos para el año que entra.
Esta vez, aprovechando que tengo un blog con lectores J, lo
publicaré y que lo lea quien quiera.
En este
penúltimo día del año, en el que me siento a escribir, no sé si porque tengo
fiebre o porque ha sido un año que se me hace difícil resumir, tengo la
inspiración perdida en no sé dónde.
Cuando me
he sentado frente al ordenador, tenía muy clara una cosa: Dar las gracias.
Cuando cae un CD a mis manos o un libro que me interesa, siempre leo los
agradecimientos. No sé, me gusta. Creo que descubro más a esa persona por esa
página escrita que en todas las palabras del libro o canciones del disco.
Creo que,
hoy, copio esa idea y me dispongo a dar las gracias a todo aquel que me ha
aportado algo en este año que ya concluimos. Un año en el que me ha tocado
despedirme de mis queridos 20 y adentrarme en la temible treintena. 365 días
que se quedan atrás para no volver más. Los archivaré en el cajón de los días
consumidos y escogeré algunos para recordar.
No sé
cuantas veces al día, un ser humano normal, da las gracias. Imagino que depende
del carácter. Yo soy de decirlo, pero creo que muchas veces lo digo por
educación, como coletilla, por costumbre… pero hoy me parece un buen día para
darlas de cora-zón.
Quiero dar
mis más sinceras GRACIAS:
… a mis padres que siguen ahí, como
siempre, como nunca. Gracias por vuestra protección, amor y entrega.
… a mi hermano, por ser tan tierno y
grandullón. Ojalá no se apague nunca nuestra risa.
… a Anna, mi mamá compañera, por estar
siempre con palabras dulces y sonrisa constante.
… a Óscar, por ser el “amante” perfecto
para mi Miquelo.
… a mi Ana Bola, por las risas y
confesiones whatsapperas entre teta y teta.
… a mis Paranoicos, por esos 15 años de
vida alegre y loca que aún coletean.
… a mi tieti, por seguir viviendo.
… a cada mamá que ha confiado en mí,
haciéndome partícipe de sus tristezas más profundas.
… a los bebés con alas, de los que
aprendo cada día una nueva lección.
… a cada bebé arcoiris que llega para
endulzar con colores radiantes a las familias más hermosas.
… a las mamás de Petits, por seguir
demostrando que ser valiente es un modo de vida.
… a María, por ponerme los pies en la
tierra cuando tambaleo.
… a Norma, por su generosidad al hacer
visibles a nuestros hijos e inmortalizar trocitos de mi vida.
… a tod@s los anónimos que me siguen y me
leen, que no dicen nada, pero que sé que están.
… a esos 430 seguidores de Facebook.
Gracias por ofrecerme un “me gusta” de vuestro tiempo.
… a las tod@s las personas que tienden su
mano ante una persona en duelo.
… a las personas nuevas que ha ido
apareciendo en mi vida y a los que se quedaron por el camino.
GRACIAS.
Gracias a
ti, que estás leyendo estas letras.
… a Cora, por seguir siendo mi mejor
maestra.
… a Adai, por ser mi sueño hecho
realidad, la maravilla que ilumina mis días, el amor concentrado en menos de un
metro. Gracias por ser mi hijo y escogerme como tu mamá.
… a mí, por hacer de cada día una nueva
historia.
Y por
supuesto a mi Miquelo, mi compañero
de camino, mi media mitad, mi yo en hombre. Gracias por seguir, amor, pese a
las nubes que hemos pasado.
Gracias, gracias,
gracias.
Gracias 2013, por darme
la licencia de vivirte y traspasarme al 2014.
Deseo…