Me he mudado a:
Adentrarse en la aventura de vivir un embarazo tras sufrir una o
más pérdidas, es sin duda un acto valiente.
Cuando vivimos una experiencia dolorosa, intentamos no volver a
repetir aquello que nos llevó a vivirla. Esta justificación, totalmente lógica,
podría ser válida para accidentes de tráfico, desengaños amorosos, o cualquier
otro tipo de acto. Pero cuando hemos perdido a un hijo, esta “ley” no vale.
Pasado cierto tiempo nos encontramos con el deseo imperioso de
volver a concebir, a la vez que trepa por nuestro cuerpo ese miedo que se
adhiere como si de velcro del bueno se tratara.
Llega un día en el que el deseo es tan fuerte que arrancamos el
velcro de cuajo y nos quedamos al descubierto contando los días que faltan para
nuestra preciada ovulación.
Valiente. Cuando pienso en ese día me viene a la cabeza la
palabra valentía. Y VALENTÍA en mayúsculas. Cuando sé que una familia lo vuelve
a intentar me dan ganas de aplaudir. De aplaudirles fuerte e incluso de
hacerles la ola. Cuando nosotros nos adentramos en ese caminito no me sentí tan
valiente, pero ahora que ya todo ha pasado y ha salido bien, miro hacia atrás y
también me aplaudiría.
Atravesar este sendero en el mundo “normal” es complicado. Todos
dicen, todos juzgan, todos creen saber lo que es mejor para ti. Pero solo tú
sabes lo que sientes por dentro.
Para mí fue vital contar con mi Doula. Esa persona que me
acompañaba, que me valoraba, que no ninguneaba mi miedo. Esa persona que me
hacía sentir que ese tornado emocional que vivía era normal. Ella estaba,
siempre, a cada paso.
Por eso sé lo importante de acompañar en un nuevo embarazo. Te
ofrezco respeto, compañía, presencia. Dulzura, empatía y sonrisas.
Tranquilidad, seguridad y confianza.
Me he mudado a:
Adentrarse en la aventura de vivir un embarazo tras sufrir una o más pérdidas, es sin duda un acto valiente.
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