Duelo

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La palabra “duelo” proviene del latín duellum que significa “combate-guerra”. 

En términos emocionales, hace referencia a una reacción natural y necesaria ante la pérdida de un ser querido. Aunque desde mi punto de vista no deja de ser un combate, una guerra, contigo mismo, con el mundo. Un combate de emociones a las que derribar. Una guerra que superar, sobre todo si ese duelo es por la muerte de un hijo. 

Muchos de los que saben han hablado del duelo a nivel teórico: que si tiene tantas fases, que si hemos de hacer esto o aquello…

Cada duelo es distinto, simplemente porque cada persona es un mundo y cada uno lo sobrelleva como puede. Y no hay una manera correcta o incorrecta de vivirlo. Eso sí, hay que vivirlo. Esconderlo solo sirve para que se haga más grande, y un día explote. 

Creo que una de las primeras preguntas que se hacen unos papás al perder a su bebé es “¿cómo lo voy a superar?”. Cuando supe que mi hija había muerto, mi respuesta era “no lo superaré, me moriré de pena…”, y ahora, dos años después contestaría: “lo superarás con amor…”. 

Poco a poco la vida me fue llevando hacía mi nuevo camino, aquel que creí borrado por el desastre que acababa de vivir. Tuve que recomponerme, que redefinirme, que reconstruirme… y no volví a ser la misma, empecé a ser mejor. 

Ahora utilizo mi pasado como trampolín y cojo impulso para acompañarte, si lo deseas, a transitar por tu duelo. No será fácil, no será dulce, pero se ha de atravesar, y si algo he aprendido es que un dolor acompañado, duele menos.