viernes, 30 de mayo de 2014

Un año acompañando duelos y arcoiris.

Hoy hace justo un año que me embarqué, cora-zón en mano, haciendo realidad “Duelo con Doula”.
365 días repletos de entusiasmo, entrega y emociones.

La idea de poder acompañar en procesos de duelos maternales nació con la muerte. Se gestó durante el amor, y vivirá mientras tenga yo aliento.
Creo profundamente el poder del amor, y siento con toda mi alma que mi camino está empezando y dejará una estela para el que quiera venirse conmigo a surcar los mares del dolor y las alegrías del alma.
Estoy feliz de estar aquí. Orgullosa de mi misma y de los pasos dados. Del futuro que presiento y del pasado que me arropa y me sustenta la base de quién soy.
Presto mi mano a quien desee tomarla. Ofrezco mi compañía a los ojos tristes. Subvenciono tiritas a corazones rotos. Seco lágrimas de úteros huérfanos.
Te acompaño, si es tu deseo, por este camino de amor y lágrimas.

Gracias a las familias que durante este año me han confiado sus más profundos sentimientos, sus dolores más agudos, sus lágrimas más certeras. A las que han depositado el llanto de la orfandad sobre mis hombros. Me han hecho sentir privilegiada, ya que recibo el amor más puro y majestuoso: el de una madre hacia su bebé.

Gracias a las mamás que vierten sobre mi ser los miedos entremezclados de un
nuevo embarazo que me dan el privilegio de acariciar la valentía con la punta de los dedos. Admiro el cora-je por encima de todo. Aplaudo a los valientes y abrazo a los temerosos.

Gracias a la vida que me ofreció esta bifurcación en el camino. Me la pintó como un percance, pero en verdad me estaba brindando una oportunidad. La aproveché. La abracé. La hice mía. Y del dolor, nació el amor, que se convirtió en este proyecto que defiendo hoy.

Me felicito a mí, sin egocentrismos, pero con autoestima. Por el esfuerzo, la ilusión y el trabajo hecho. Por las semillas sembradas y los frutos recogidos. Por los dolores acompañados y las emociones sostenidas. Por las sonrisas con las que me despierto y los sueños con los que me acuesto. Me felicito por hacer posible que un dolor acompañado duela menos.

Agradezco infinitamente a mis compañer@s de camino que me apoyan incondicionalmente y me aman por lo que soy.

Gracias a l@s que creéis en mí. Me dais fuerza para luchar cuando hay tormenta.

Que los duelos que vengan, puedan ser acompañados.



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