Las Navidades se acercan. Las Navidades
llegan. Las Navidades se van.
Es una época. Unos días. Varias horas
largas.
Hay a quien le gusta. Quien las odia. A
quien le dan igual.
Cada año, en cada rincón del mundo hay
una silla vacía en torno a una mesa llena de calorías, alcohol y demás
suculenteces.
No es fácil. No gusta. No apetece.
Si te falta alguien, la Navidad, deja de
tener esa magia que dice la tele. Si la ausencia te acompaña, la tristeza en
estos días crece. Y no se puede evitar. Es la época de falsa felicidad por
excelencia. Los regalos, las luces, los papanoeles que escalan ventanas de
vecinas… toda la cuidad se disfraza, al unísono, de color rojo-dorado-pomposo y
se dispone a gastar y gastar y gastar y comer y comer y comer. Se brinda, se
rebrinda y se vuelve a brindar. Se piden deseos y se hacen promesas.
Si a quien tú quieres no está, tienes la
sensación de que el mundo se burla de ti. Y es curioso, porque a todos nos falta
alguien. Estoy segura de que bajo ese manto de felicidad y de “winglebells” hay
una nota de ausencia y una lágrima para el recuerdo en todas y cada una de las personas
que celebra afanosamente estos días.
Miquel, mi compañero de vida, siempre, al
brindar, les hace un guiño a todos aquellos que vuelan por las nubes. Sea un
brindis navideño, cumpleañero o que celebres algo digno de ser brindado. Al
hacer “chin-chin” se le oye decir “pels presents i pels ausents” (por los presentes
y los ausentes). Me parece un gesto muy bonito. Le sale automático. Siempre
dice que es que él tiene más familia allí arriba que aquí abajo.
Esta será nuestra tercera Navidad sin
Cora. La primera dio miedo. Ésta tercera ya me siento más veterana. Tuve la
suerte de pasar una con ella. Un mes antes de que nos dejara. Fue bonito, la
verdad. Toda la familia halagando tu barriga, haciendo planes, bromeando con el
siguiente año, me hicieron regalitos… esos planes se quedaron intactos como los
polvorones malos que llegan a primavera sin ser catados. Y ya nunca más nadie
se atrevió a fantasear.
La primera, la más difícil por el simple
hecho de ser la primera, fue la más triste y la más alegre. Hacía apenas un mes
que sabíamos que una pulguita crecía en mí. Aprovechamos los encuentros
familiares para dar la noticia disimulando lágrimas y forzando sonrisas.
La verdad es que ayudó mucho a pasar esa
incómoda visualización de cómo debería estar siendo esa Navidad.
No puedo decir que esta época sea
especialmente triste para mí, porque tampoco es especialmente alegre. Solo hay
una cosa que me duele y no puedo evitar, y no es que sea propia de la navidad.
Me punza cada vez que hay reuniones familiares. Siempre hay alguien que entona
un “qué bien, ya estamos todos”. Lo noto como un cuchillo. Sé que es cosa mía,
pues es cierto, estamos todos los convocados. Pero a mí me duele. Para mí nunca estaremos todos.
Siempre faltará ella.
Realmente la muerte es muy suya. Viene,
arrasa y se va. Sin más. Hay veces que avisa, aunque nunca se está preparado. Y
el dolor duele igual.
Este año, por tercera vez consecutiva, no
habrá un regalo bajo el árbol para ti. Sé que no vendrás a las cenas ni
comidas. Y que no te pondré un vestido nuevo. Este año, una vez más, brindaré
con tu ausencia y tocaré tu recuerdo.
Empieza un nuevo año sin ti. Nuevas experiencias, nuevas
oportunidades, nueva vida por vivir.
Te seguiremos echando de menos, mi
petita. Seguiremos dándole color a la vida que nos ha tocado vivir y le
pondremos todo nuestro amor a cada cosa que hagamos. Solo de esta manera
podremos hallar esa felicidad tan buscada en estos días de fiesta.
Por y para ti, Cora. Hemos apostado por
ser felices, pese a tu ausencia. Eso duele, cariño, duele mucho, pero
entendemos que tuviste que marcharte y lo respetamos. Ahora queremos mantener
vivo tu recuerdo y mantener viva nuestra vida. Sea Navidad o el día que sea. Sé
que allá donde estés te contagia nuestra felicidad. Ojalá fuéramos 4. En
realidad somos 3 + 1. Pero pesa a todo, somos una familia preciosa.
Gracias por estas palabras Noelia, leyendolas veo reflejada nuestra historia, la de Carla, nuestra hija que también estuvo unas Navidades con nosotros y dábamos la noticia a los familiares y amigos, todos hacíamos planes con mi barriguita.. pero todos se truncaron..esta también es nuestra tercera Navidad sin ella presente, que no ausente.. gracias, abrazos
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