martes, 11 de junio de 2013

De lo que parecía imposible.

“No te preocupes, tendrás más... Eres joven y tienes mucho tiempo por delante. Dentro de nada estarás embarazada otra vez y te olvidaras de todo.”

Qué poco sabía aquella comadrona que se las daba de experta.
Yo no quería otro bebé. Yo quería a mi hija y la quería viva, como todo el mundo. La gente normal se embaraza, pare un bebé vivo, se va a su casa y es feliz.
Yo me embaracé, parí a mi hija muerta y me fui a mi casa vacía y rota.
No era justo. ¿Por qué tuvo que morirse si yo hice todo lo que venía en el manual de mamas primerizas? ¿Por qué tenía que pasar al segundo hijo sin poder haber disfrutado del primero?
No era justo. Yo ya había pasado por el embarazo y ahora quería mi premio. ¿Por qué  tenía que volver al punto de partida otra vez si quería disfrutar de mi bebé vivo? Y encima nunca podría ser ese bebé que yo quería...

Mientras tanto todo mi entorno repetía, como si de un mantra se tratase, "ya tendrás otro bebé, ya tendrás otro bebé..."
Ante tanta insistencia, me esforzaba en visualizarme con otros futuros hijos, y me costaba horrores poder crear en mi mente a un par de retoños de mi mano. En los días de suerte, creaba a un niño y a una niña, y sin mucho entusiasmo, me auto decía: “son tus futuros hijos...” los miraba y no tenían cara. Me daban igual. No los quería... Yo solo quería a mi hija.

Pasaron las horas, los días, las semanas, y esos hijos ficticios empezaban a cobrar forma y mi mente empezaba a atreverse a entablar conversación con ellos. Poco a poco no me fueron pareciendo tan mal. Los miraba y empezaban a hacerme gracia.
A medida que aceptaba la muerte de Cora, mi corazón hacia espacio para albergar más amor de madre, desfocalizarlo de la muerte y entregarlo a la vida.

La ilusión cada vez estaba más presente, el miedo, cada vez más lejos, la esperanza, la podía rozar con los dedos: era el momento.
Avisé a la pasión, que vino encantada, y así, junto al amor, fuimos poco a poco amando a ese ser que inició su vida en mí y la siguió junto a nosotros.

Ahora, con una hija que duerme en las nubes y un bebe que lo hace en mis brazos, comprendo la capacidad del amor, que superó con creces todas mis expectativas. Hay suficiente para los dos, cuanto más lo riego, más crece. Y estoy segura de que seguirá habiendo para los que deseen venir después.

Aquella comadrona de boca ancha, con sus palabras dolientes, tenía un poco de razón.
Sí, tendría más hijos; Sí, era joven; Sí, tenía tiempo por delante; Sí; en poco tiempo me embaracé de nuevo;  Pero NO, no me olvidaré jamás, y no la olvidaré porque no quiero. A cualquier madre que se olvide de su hij@ la acusarían de negligencia parental… ¿Por qué nosotras somos diferentes? La respuesta es obvia, pero que yo sepa, el amor no es incompatible con la vida.
                                                                                     

7 comentarios:

  1. A mi todos me dicen lo mismo: "eres joven", "ahora rápido a por otro", "pasa página"... éstas palabras DUELEN y mucho, muchísimo.
    Tan sólo hace 6 semanas que pasó todo y yo aún ni lo he asimilado, aún me despierto por las noches sobresaltada y me entristece ver la realidad, me pregunto porque? porque a mi? Me cuesta creer aún mi situación y quiere la gente que emprenda un nuevo camino... NO :-(

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento muchísimo que también hayas vivido en primera persona la pérdida de tu bebé. 6 semanas es muy poquito para asimilar que tu bebé se fue... "Los demás" necesitan que lo "olvides" pronto porque les aterra el dolor.
      No les dejes que te metan prisa. Tu duelo es tuyo y solo tú puedes marcar tus ritmos.
      Te tiendo mi mano, por si quieres que te acompañe en este caminito que tanto duele al principio.
      Un abrazo fuerte.

      Eliminar
  2. Bufff es tan difícil y duro!esas palabras q duelen tanto!!!yo tengo a mi hijo en brazos y el otro en el cielo...no hay ni un sólo día q no piense en xq a mí ...ahora le doy a mí peke el amor q no le pdo dar a mi otro hijo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento mucho que también vivas con el corazón dividido.
      Es duro tener que amar así... una se acostumbra al final, pero ninguna madre debería no poder besar a sus pequeños.
      Te mando un fuerte abrazo, mamá valiente!

      Eliminar
  3. Esas palabras son muy dolorosas en especial cuando vienen de gente importantes y queridas en tu vida. Yo pasado unos años le comente a mi madre el daño y la incomprensión k me hicieron sus comentarios. Ella me explico que fueron consecuencia de su miedo. ya que perdio una nieta y no queria perder una hija. mi mirada le asustaba porque estaba perdida y vacia. A mi no me enseñaron como soportar y sobre llevar el dolor de la perdida de una hija y a mi madre, al igual que los que me rodeaban, no les enseñaron como ayudarme... ojala hubiera tenido la seguridad en mi misma y de la situacion para poder decirles en aquel momento: - Solo abrázame y llora conmigo la muerte de mi niña, de nuestra niña!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para una madre es tremendo ver sufrir a su hija, y la mayoría de las veces les sobrepasa el dolor. A la perdida´de su nieta, le has de sumar el dolor que tiene su hija y que ella no puede hacer nada para aliviar... ha de ser duro su papel también.
      Cuando el dolor nos invade no tenemos la capacidad de pedir lo que necesitamos y lo hacemos lo mejor que podemos. Es una suerte que con los años pudieras explicarle cómo te sentiste.
      Seguro que ella también lo hizo lo mejor que supo.
      Un fuerte abrazo. Besitos al cielo para tu nena.

      Eliminar
  4. Que bonito es el AMOR, sea con una caricia o con un pensamiento, puede ser más denso o más efímero, tan solo diverge en el grado de vibración, simplemente amar a l@s hij@s es normal, y las mamás, por suerte y por desgracia, vivís esa conexión con l@s hij@s desde (por no decir el principio) los inicios de la gestación. A los papás se nos truncan ilusiones, se nos hiere el corazón, se nos parte el alma de no saber/poder ayudar más ante el dolor que es dificil compartir en intensidad ya que no hemos tenido la suerte-desgracia de tener esa conexión simbiótica básica entre madre e hij@ durante la gestación. Aunque una madre no haya podid abrazar ni besar a un/a hij@, si que lo ha sentido, si que han "bailado" juntos, si que han vibrado en la misma frecuencia, y si que algunas células de es@ hij@ van a parar al cerebro de esa madre para prepararse para recibirlo en vida, y si esa vida se trunca, esas neuronas continúan conectadas con ese ser. Gracias Noelia!!! Una abraçada!!!

    ResponderEliminar